Las rabietas son un fenómeno normal en un determinado momento evolutivo del niño, generalmente comienza a los dos años de edad; y deberían ir desapareciendo a medida que el niño crece a la edad de cinco años. En raras ocasiones las rabietas se prolongan en el tiempo, se da en los casos en las que las personas de apego del niño atienden a sus caprichos y deseos de dicha forma, alargando el problema.
Se tiene que ser capaz de diferenciar si las rabietas son elementos independientes de reivindicaciones de determinados privilegios, o forman parte de un comportamiento mas extenso con otros repertorios de conductas problemáticas; en cuyo caso se debe realizar un análisis mas detallado de las conductas correctoras.
Las pautas que se deben seguir en caso de rabietas puntuales son:
– Hacer caso nulo cuando se produce la rabieta y retirar la atención de inmediato.
– No se debe perder la calma, y se debe ser firme en la actuación, negando el capricho y sin alterarse.
– Si se perdiera la calma, el niño de algún modo percibirá que tiene el control sobre la situación.
– Si la rabieta es de un nivel medio o alto, se utilizara la técnica de «coste de respuesta» o «tiempo fuera» en la que el niño recibe una consecuencia negativa por su acto.
– Una vez calmado, se habla con él y se explica que esta mal y cual es el comportamiento que premiamos.
Para un mayor control en el comportamiento las personas de apego deben actuar de igual forma ante las demandas del niño y no ceder en ningún caso.
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